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lunes, 14 de marzo de 2011

Goiztiri 5 - Leioa Ibaraki 4

El Goiztiri jugó con fuego, se hizo quemaduras de tercer grado, regaló medio partido pero al final logró la victoria, que era de lo que se trataba. En todo caso, la visita del Leioa nos hizo recordar que, salvo contadas excepciones, a esta vida hemos venido a sufrir. La cuota de sufrimiento alcanzó picos altísimos este sábado en La Kubitera, y el dramatismo se elevó también hasta límites insospechados a priori. Pero, de algún modo, allá donde nuestros pecados habían sido casi de pena capital, tuvimos una reacción espontánea, corajuda, llena de amor propio, fe y mucha testiculina. Es curioso que sólo fuéramos ganando en el último minuto del choque, pero al fin y al cabo, y viendo cómo está la coyuntura en la zona alta, lo único que importa es el resultado.

Sin embargo, mal haríamos en olvidar lo ocurrido durante la primera mitad, en la que no dimos una a derechas, ni a izquierdas, ni al centro. Esperamos al Leioa en campo propio, pero la estrategia se descosió por alguna parte y el rival encontró el camino hacia el gol antes que nosotros. Sin hacer tampoco nada del otro mundo nos marcaron el primero, nos metieron nerviosismo y después nos fulminaron a la contra. El resumen del primer capítulo era abrumador: un equipo roto, deslavazado, apático, que llegaba poco arriba y fracasaba abajo, cuyos componentes discutían entre sí, algunos habían perdido la esperanza. En ese momento, la liga se había quedado sin uno de sus aspirantes. El drama estaba servido, y había que remontar un 0-3. Incluso los pesimistas antropológicos como el firmante de estas líneas confiaban en la reacción, a pesar de lo poquito que habíamos jugado hasta entonces. Pero lo que pasaría después era una incógnita total. Quien más, quien menos, pensó en una nueva debacle al estilo del Muskiz. En éstas estábamos cuando salimos al campo para disputar la segunda mitad.

Los fenómenos paranormales existen, o por lo menos uno diría que deben existir. Si no, no se podrían explicar cosas extrañas, como los 41 años de dictadura de Gaddafi (y el hijo de la grandísima puta que sigue reprimiendo a su pueblo) o que el imputado Fernando García (ídem de ídem) siga respirando. Cuesta mucho explicar con palabras cómo un equipo muerto y sin alma se lo empezó a creer y de repente borró del campo a su rival. Por muchas dudas que genere nuestro rendimiento, sabíamos que el Leioa no era el Muskiz. Así que desterramos el planteamiento inicial y nos lanzamos a degüello. A por ellos, oé y esas cosas. Sin tácticas. Sin técnicas. Sin prisioneros. Sin piedad. Auuu auuu auuu!

Y el milagro de la remontada empezó a coger forma. Olvidamos el fútbol, nos centramos en la casta, en la sustancia que los hombres fabricamos desde la bolsa escrotal... y de repente los goles llegaron. Las oleadas llegaban a la meta rival y Maykel abrió la lata en una bonita jugada personal. Volvió la esperanza. Imanol marcó con suspense el 2-3 y poco después Maykel, de nuevo, hizo posible el empate. Lo habíamos conseguido, pero la euforia hizo que nos pillasen en bragas y nos colasen el 3-4 a puerta vacía, tras una contra.

Esto significaba que había que volver a empezar, pero ya no había que remontar tres goles, sólo uno, y además en el ambiente flotaba la sensación de que el Goiztriri era superior a pesar de las numerosas calamidades que cometimos durante todo el choque, y que quizá algún día Andoni llegará a perdonarnos. Cuando faltaba poquito, nos la jugamos a la baza del portero-jugador y eso nos permitió recibir de nuevo entre los hombres justos a Jose, que volvía después de su operación de nariz con su máscara de Cody Rhodes, el deslumbrante (dashing). El enmascarado ocupó el eje y embotellamos al Leioa en su área. Lo que pasó después está en nebulosa para este cronista, pues la acción era continua, el fragor del combate no permitía pestañear porque te perdías lo mejor. Y de repente, Txori empata. Seguimos igual, mantuvimos la presión porque el empate no nos valía. Y súbitamente, cuando el partido expiraba, de nuevo Txori obró el gran milagro, premiando su gran partido y los méritos indudables del otro fútbol, que quizá no sea tan bonito, que a menudo está infravalorado socialmente, pero que, a veces, es tan o más necesario que los regatitos, el arabesco y la pijotadilla.

Ya estaba. Habíamos remado como galeotes, nos dejamos sangre, sudor y lágrimas en la tarea, hubo muchos gritos, un clima de tensión, pero la meta estaba conseguida y así seguimos hasta que el árbitro señaló el final. Después, los jóvenes lo celebraron, mientras los intelectuales analizamos con frialdad todo lo ocurrido, que fue mucho y no todo bueno. Seguimos en la pomada (Radio Salil, la más extendida en esta liga de grandes brawlers), pero este partido ha de servirnos como advertencia para el futuro. No sé qué pasó en la primera parte, si exceso de confianza, error de planteamiento o ambas cosas, pero será mejor no repetirla. Por esta vez lo contaremos, pero ya tenemos clara una cosa: aquí, cualquier equipo con o sin aspiraciones, te puede joder la vida. Extraigan conclusiones, gentlemen...

Lo mejor: la segunda parte
Lo peor: la primera (esta semana, esta sección estaba chupada)
Conejitos: 3 para Txori, 2 para Maykel y 1 para David

Trofeo Wayominí Dipuant
  1. David (29 points)
  2. Maykel (23 points)
  3. Alexis y Jose (12 points)
  4. Zazo (11 points)
  5. Roblas y Xabi (9 points)
  6. Jon y Kabe (8 points)
  7. Pablo (6 points)
  8. Txori (5 points)
  9. Miki (4 points)
  10. Ibai e Imanol (1 point)

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